La música es sonido

EL SONIDO – CAPÍTULO 1

Seguro que, en más de alguna ocasión, en especial aquellos a los que nos gusta la música, nos hemos preguntado:

–Pero, ¿qué es la música?

Y la respuesta no puede ser más sencilla: La música es algo que oímos, que escuchamos.

La música es sonido.

No, no nos dejemos engañar por la sencillez u obviedad de esta contestación. Porque, si bien no somos conscientes de ello cuando nos deleitamos escuchando nuestra obra o canción favorita, no debemos olvidar que, tras la música, se halla siempre el fenómeno físico que la hace posible: el sonido.

Y, como fenómeno físico que es, está sujeto a leyes y principios cuya observación y estudio deben ser comprendidos intelectualmente, siendo la acústica la rama de la Física que se ocupa de ello. Sometido al rigor científico de dicha disciplina, es analizado y ‘desmenuzado’ pormenorizadamente en todo lo que a su naturaleza física se refiere. Hablamos, en este caso, de ciencia.

Sin embargo, el sonido en sí mismo carece de entidad (¿existencia?) en tanto no es percibido por un sujeto que le dé significado; aunque tan sólo sea algo tan primitivo como el significado de ¡Atención! o ¡Cuidado!”, como cuando la gacela escucha el sonido de un crujido en medio de la sabana (puede tratarse de la pisada de un posible depredador). Y adquiere una nueva y más elevada dimensión cuando, de manera consciente e intencionada, la inteligencia consigue manipularlo de tal modo que pueda afectar subjetivamente a quien lo escucha; cuando, de alguna forma, logra que sea capaz de transmitir emociones y pueda influir en el ánimo del oyente; cuando, eligiendo los sonidos precisos, puede llegar a conmover el espíritu e inspirar sentimientos.

No, ya no se trata de ciencia, sino de arte. Hablamos, en definitiva, de MÚSICA.

Los caminos de la música (Arte) y del sonido (Física) discurren separados; lo que no significa que no puedan llegar a cruzarse en numerosas ocasiones.

–Pero, entonces, según lo expuesto y como músico, ¿necesito adquirir conocimientos sobre la física del sonido?; o, por el contrario, ¿es mejor no hacerlo porque es perder el tiempo y puede perjudicarme?

Por supuesto, no es necesario saber nada sobre el sonido para crear una melodía sublime. No es probable que Bach, mientras componía sus extraordinarias ‘Pasiones’, se preguntara, en algún momento, sobre la frecuencia, la amplitud, o la longitud de onda de las notas con que las armonizaba o con cuántos decibelios sonaría la orquesta en su pasaje más fuerte.

Ahora bien, nunca debemos considerar como tiempo perdido el hecho de aprender, aunque sea sobre el sonido, y no es, en absoluto, perjudicial; en especial si, además de a la creación musical (la composición en su sentido estricto), queremos grabar nuestras composiciones (o las de otros) para luego editarlas y, una vez finalizados todos los procesos, obtener archivos que puedan ser incluidos en cualquier tipo de soporte digital (CD, DVD, mp3, etc.).

Y es al sonido, precisamente, a lo que están dedicadas estas páginas.

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